De pronto es aconsejable dejarse
en manos de la suerte,
ceder al entorno, mezclarse
con el resto y que hagan
los océanos las playas
a su antojo; que sea la luna
cuna o cuerno,
toro que abre íntimas veredas,
profundidad oscura
por donde hacerse prófugo
y olvidar, siempre olvidar.
Seguir queriendo
todavía ver cómo se alejan
los mercantes en la nieve,
transitar por líquidos,
desordenar pecados,
y no saber cómo acabar
aun con decenas de años más;
de pronto, seguir
queriendo,
abandonarse suavemente
sin que importe el sentido
de lo dicho y lo escrito,
o si sí
o no conviene.
- de Los ingenios del tedio -
fotografía de Arturo Sanz